Descripción del producto
Sancho IV de Castilla, apodado "el Bravo", reinó como rey de Castilla, León y Galicia desde 1284 hasta su muerte en 1295. Tras la muerte de su padre, Alfonso X, Sancho tomó el control del reino, a pesar de los deseos de su padre. Fue coronado en Toledo, donde reinó hasta que falleció trágicamente. Poco antes de su muerte, nombró a su esposa, María de Molina, como regente para su joven hijo, Fernando IV. Sancho falleció en 1295 y fue enterrado en la catedral de Toledo, cumpliendo así su último deseo. En 1947, sus restos fueron encontrados en un estado bien conservado, vestido con un hábito franciscano hábito y con una corona de plata y oro adornada con camafeos romanos y zafiros. Se encontró un espada junto a él, con una empuñadura cubierta de vegetación, y una inscripción en la hoja, de la cual solo se han conservado fragmentos.
El espada, que data del siglo XIII, es un ejemplo excepcional de armamento medieval. Estaba en excelente estado cuando fue encontrado y refleja el estatus de un monarca castellano. La hoja está finamente pulida, lo que destaca la destreza del artesano. La guarnición tiene un diseño clásico con brazos ligeramente curvados y un pomo lobulado, adornado con ornamentación intrincada, incluyendo una posible inscripción árabe que se repite en un patrón aparentemente aleatorio. La decoración de la empuñadura se corresponde con el resto del espada y refleja los símbolos del Reino de Castilla y León, lo que enfatiza el linaje real. Dada la tamaño de la empuñadura, se supone que Sancho IV era un hombre alto, de más de dos metros de altura, lo que sugiere que el espada, al igual que la corona, podría haber sido heredado de su padre, como era habitual en la realeza de la época.
La pomo del espada está hábilmente grabada y muestra bellos diseños árabes en los dos lados circulares, mientras que los lados de los conos presentan los motivos repetitivos que también se ven en la guarnición. Este impresionante arma, que ahora se exhibe en el Museo de Tapices de la Catedral de Toledo, ofrece una visión del espléndido equipamiento de Sancho IV, junto con su corona y cojín, y preserva el legado de un monarca notable.
