Descripción del producto
Esta cuchara de oreja vikinga decorativa y práctica está basada en un hallazgo histórico de Gotland, con un diseño similar. Fundida en bronce de alta calidad.
El modelo original data del siglo VIII-IX y muestra un rostro barbudo con dos cuervos, probablemente una representación de Odín, el padre de los dioses. Las cucharas de oreja se utilizaban frecuentemente en la vestimenta de las mujeres vikingas, a menudo junto con pinzas y punzones, y eran una parte esencial de su kit de cuidado personal. Estos objetos se han descubierto en muchos asentamientos vikingos.
La cuchara de oreja se solía sujetar a una cadena larga o a un cinturón de cuero en los broches ovalados, que colgaban a la altura de la cadera para facilitar el acceso. La cuchara tiene unas dimensiones de 7 x 1 cm. Pequeñas espinas, punzones y finas pinzas de bronce se utilizaban desde el Edad de Bronce para la higiene personal y formaban parte de los instrumentos médicos en Egipto y Roma. Estos objetos también estaban muy extendidos entre los pueblos germánicos y vikingos para el mantenimiento de la higiene y la belleza.
Las mujeres vikingas valoraban mucho las cucharas de oreja decoradas y los kits de limpieza de uñas, mientras que los hombres estaban orgullosos de sus peines ornamentados. Fuentes cristianas hablaban con asombro sobre la higiene de los vikingos, que se lavaban y mantenían limpios regularmente. Esto tenía una básico religiosa: en el paganismo, a diferencia del cristianismo, uno no es perseguido por dios. Se dirigían a los dioses en momentos conscientes. Para la comunicación ritual con los dioses, se requería limpieza y belleza, incluido un aspecto cuidado. En la religión, la belleza simbolizaba el orden, mientras que la suciedad representaba el caos. Esta oposición también se reflejaba en el mito de Ragnarök, el caos total. Durante Ragnarök, llega el barco Naglfar, hecho con las uñas de los muertos. Las uñas largas y sucias se veían como una contribución a este caos amenazante. En Islandia, incluso estaba prohibido mirar un santuario antes de haberse lavado ritualmente.
