Descripción del producto
Esta réplica broche está basada en un pequeño broche con forma de caballo de la Edad del Hierro Celta, originario de Europa Central. El ejemplar original se encuentra en el Museo Metropolitano de Arte de Nueva York. Las fíbulas con forma de caballo forman parte de un pequeño grupo de broches de animales de la Edad del Hierro Celta que han sobrevivido. Estas fíbulas figurativas eran características de la vestimenta celta del período temprano de La Tène y eran usadas por personas de todas las edades y géneros.Aunque estos broches de caballo eran populares entre los celtas, también fueron utilizados por los romanos y continuaron en uso hasta la antigüedad tardía. La réplica está disponible en bronce de alta calidad. El broche celta con forma de caballo mide 3 x 2 cm y se sujeta con un alfiler espiral duradero.
Muchos broches de caballo celtas se han encontrado en tumbas que datan del siglo V d.C., lo que enfatiza el importante papel de los caballos en la sociedad celta. Debido a su rareza y alto costo, los caballos eran símbolos valiosos de estatus y poder. Mientras que los broches de animales celtas del período de La Tène también podían representar ciervos o cabras, siempre estaban diseñados en tres dimensiones, con las patas traseras del animal extendiéndose sobre el alfiler, mientras que el cierre se fijaba a las patas delanteras.
En todas las culturas indoeuropeas, los caballos desempeñaron un papel importante. Hace más de 5.000 años, en la estepa Póntico-Caspio, nuestros antepasados, los pastores de la estepa indoeuropea, cultivaron el caballo. Más tarde, de esto surgió su cultura ecuestre, y el caballo llegó a desempeñar un papel importante como medio de transporte, en la guerra y como ayuda en el campo. No es de extrañar que desde temprano el caballo fuera incorporado al mundo espiritual de nuestros antepasados. Creían que el sol era arrastrado por un caballo a través del cielo y, por lo tanto, asociaban al animal con la fertilidad, tanto de las personas como de la tierra. Además, el caballo representaba la realeza y la conexión entre la aristocracia gobernante y el territorio sobre el cual gobernaban.
